lunes, enero 30, 2012

GANADORES DEL CONCURSO DE POESIA VISUAL J C EGUILLOR

NOTICIA DEL FALLO EN ESCRITORESDEEUSKADI.COM



30 de las 134 obras presentadas se publicarán en un catálogo a color. El poema visual ganador es, sin duda, extraordinario.




ACTA DEL JURADO DEL PRIMER CONCURSO DE POESÍA VISUAL "JUAN CARLOS EGUILLOR"



El Primer Concurso de Poesía Visual Juan Carlos Eguillor ha recibido 134 obras procedentes de toda España, Argentina, Colombia, Perú, Brasil, Chile y Estados Unidos.



El jurado, compuesto por María Eugenia Salaverri, Javier Rebollo y Mikel Apodaka, seleccionó


treinta de estas obras atendiendo a la fuerza de las imágenes, la profundidad y reflexión de los textos, y el ingenio y humor inherentes a un premio que lleva el nombre de un artista tan genial como Juan Carlos Eguillor.
Por su capacidad de sugerencia y por la sensibilidad con la que cuentan una historia a través de una imagen, el jurado ha otorgado el primer premio a la obra SUSTENTO, de José María López Medina (Barcelona) y los dos accesits a los poemas H_MBRE, de Manuel Lucas González Toro (Huelva), y PAISAJES DE UNIVERSIDAD, de César Leonardo Altamiranda (Córdoba, Argentina).

Columna sobre Luis Marín en T21


LEER 4 RELATOS DE CIUDAD SUR


JUSTICIERO MARÍN


La escritura de Marín es abigarrada, de dientes apretados, de trazo grueso. Denso, denso. Por eso no sorprende tanto que las líneas casi rebosen de las páginas en su libro que en sus pequeñas dimensiones contiene una ciudad.

Se escribe con las canas, dice por algún lado Cervantes; Marín escribe con las ganas, con sus propios fluidos, su tinta es sangre, sudor y lágrimas. Toda una batalla. Y en sus páginas, peleándose, Marín y Roquentin, el periodista y el personaje, el cronista y el novelista, se cruzan y se confunden, se entrelazan, se desdoblan y se disuelven. El resultado de su pelea es este campo arrasado, este incendio de hielo que es Ciudad Sur.
No esperemos piedad en sus palabras, su pluma es un martillo demoledor. Bienaventurado aquel que salga bien parado de su apisonadora, alguna cierva herida, acaso. El Dios de Marín, es claro, es el del Antiguo Testamento, justiciero, vengativo y terrible, y su mano airada levanta el castigo. Y Dios, lo sabemos, es el autor, que hace y que deshace, que cuenta y que descuenta, el que da la vida y el que la toma.
Marín demuestra con Ciudad Sur que la vida es literatura y la literatura es vida. Obsesivo Marín, emprendedor de tormentas y de tormentos. Marín escribe con un látigo, expresionista apretando el tornillo hasta quebrar la pared, removiendo su pócima con una risa malvada en su mesa de trucos. Es un escritor realista que pinta demonios, su espejo deformante nos devuelve la realidad o su pesadilla. Su tinta es un destilado de su bilis, el jugo de su ira.

Luis Antonio Marín, perdónanos nuestras deudas, yo con estas líneas me desquité de la mía, saludos.

AGUA SIN GAS

Dice José Saramago, en su Cuento de la isla desconocida, que gustar es la mejor manera de poseer y poseer la peor manera de gustar. La tierra no es nuestra, somos de la tierra. ¿Cuánto tiempo más seguiremos viendo la tierra, las personas como objetos? Quien cosifica al otro se empobrece, hacer de alguien un objeto sexual, lejos de realizarnos, nos desrealiza. Y realizarse no es un juego de palabras. ¿Por qué esa manía de establecer categorías que nos aíslan? La distancia más corta entre dos puntos es el camino de tierra, el camino que serpea, y no la línea recta, el tren de alta velocidad que olvida el viaje porque sólo quiere la meta. Más rápido, más. Siempre más. Pero apenas se ha saboreado, en la colección de lo innecesario, la fruta recién caída del árbol. Más rápido giramos y antes estamos de vuelta en el punto de partida, con las manos vacías, desorientados. Nos deslumbran los flashes publicitarios, las luces de neón, fosforescentes, los canales que dicen que estás allí y siempre aquello lejano es más interesante, más importante, aquí no es. Vamos con un control remoto que nos tiene bajo control, tan remoto que ni remotamente conocemos la sangre que nos mueve. Salimos en auto, y nos movemos de lado a lado sin llegar a ninguna parte, continuamente moviéndonos y continuamente desnortados. Y nosotros que creemos poseer trabajamos para quienes creen poseer la tierra, pero seguimos ciegos, engañándonos. No poseemos. Desarraigados, vagamos, arañamos sombras de posesión que nunca sacian, bebemos sed. ¿Hemos de seguir preocupados por parecer? Ocupémonos en ser. Desprendámonos de lo innecesario, de la competición que nos enfrenta aun a nosotros mismos. Queremos saciar nuestra sed con burbujas, subamos el cerro a pie, bebamos del hilo que surte la montaña: agua, agua sola, agua, sin gas que nos emburbujee ni nos llene de pequeñas oquedades ni nos ensanche de vacío. Agua fresca, agua normal y corriente, sin etiqueta, sin marca registrada, bebamos de la boca de la vida. El beneficio fácil a corto plazo es maleficio por venir. Cojeemos, al fin, del lado de la vida. No seamos cómplices del arribismo. Derribemos los muros horribles que separan los barrios, muros de Berlín contra el calzón roto. Poetas como Elicura Chihuailaf nos recuerdan que el capitalismo triunfante y desbordado no es el único modelo posible, “Señor ministro de salud, ¿qué hacer? Ay, desgraciadamente, hombres humanos, hay, hermanos, muchísimo que hacer”.


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domingo, enero 29, 2012

Colaboración en Poetas boulevard


Un nuevo blog para escuchar a los poetas en su voz, Poetas boulevard.

viernes, enero 27, 2012

Poemas escriturales

Señas de identidad, columna en T21.

Si aún puede haber alguien que dude del fuerte componente identitario de la que aún a ratos se llama IX Región, parece que últimamente las manifestaciones culturales se empeñan en recordárnoslo.

El Txawun llenó el centro de Temuco de gentes que se arracimaban para escuchar con fuerza el mapudungun, y que salieron –winkas y mapuches- íntimamente ensanchados de un acto que hacía jugar a los niños a ser Kai kai filu o Txeg treg filu al concluir la representación.

La obra El saqueo de Salinas Santelices plantea por primera vez en las tablas la fundación del fuerte de Temuco y desnuda y denuncia las injusticias fundacionales que explican muchos de los problemas de hoy.

El grupo Surama, que incorpora ocasionalmente en sus canciones letras en la lengua de la tierra, cantó en el Aula Magna de la Universidad Católica, acompañando la lectura de Guido Eytel en el que dos pumas sufren los asedios de los invasores de corazas plateadas y defienden su territorio para poder recuperar su libertad.

Muchos más ejemplos, en música, en artes visuales, en literatura, podríamos aducir. Desde su diversidad, el mundo de la cultura apunta hacia una armonía creativa, hacia el reconocimiento de la diferencia y el orgullo legítimo de un pueblo que ya no está aislado, que interesa, que se escucha, que se mueve, que se mezcla, que fecunda y que incorpora.

Revisitar la historia, conocer los mitos, bañarse una y otra vez en ese río que nunca es el mismo, disfrutar de la corriente imparable que nos lleva y que va cambiando las cosas. Algo está cambiando. Todos somos mapuches. La admiración por este pueblo indomable no debe limitarse a las gestas de Leftraru y Kallfulikan. El pueblo mapuche es raíz poderosa de la Araucanía. Conocerla y respetarla es destapar un tesoro. Sus joyas son inmateriales. Se llaman hermandad.

Constelaciones, de Christian Rodríguez. Columna en T21.

Matta y Parra, columna en T21.

Orientémonos. Columna en T21.

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