LAS TINTAS CARGADAS.
Entrevista a Luis Marín, autor de Ciudad Sur (Del Aire Editores)
Por Javier Aguirre Ortiz, desde Temuco.
El periodista Luis Antonio Marín (Lota, 1972), afincado en Temuco desde 1980 -con ciertos intervalos santiaguinos para seguir estudios-, es uno de los narradores más destacados de la Aracanía en la actualidad. Entre 2007 y 2011 trabajó en la que es su segunda novela de relatos imbricados, “Ciudad Sur” (Del Aire Editores), oscuro reflejo de Temuco, cuyo primer lanzamiento hizo el 16 de diciembre de 2011 en la urbe de marras y que espera relanzar en el otoño que se apresta, también en Santiago. Todo en las tintas de Marín es más reconcentrado, las nubes son más grises, las borrascas más violentas; la intensidad es su sello indeleble.
-“Ciudad Sur” es una visión reconcentrada, abigarrada, de tintas cargadas. ¿Por qué carga sus tintas Luis Marín?
Lo de abigarrado en el sentido de heterogéneo, lo concedo, pero no en en sentido de confuso, pues todo en “Ciudad Sur” (prólogo, epígrafes bíblicos, relatos y notas al pie) terminó siendo parte de un programa, digamos, y está fríamente calculado, como dice un superhéroe mexicano. Ahora, sobre las tintas cargadas, eso responde a la línea editorial del libro, que está dada por uno de los epígrafes del comienzo, que apela a la superioridad estética del relato reconcentrado, cuyas frases, deudoras del lenguaje poético en mi caso, tienen una fuerza simbólica y una capacidad de síntesis o tonelaje semántico –lo digo con humildad– que hace innecesarias las excesivas descripciones. En mi libro de relatos imbricados hay a lo menos cuatro o cinco novelas entrecruzadas.
-La objetividad es impensable en lo humano. El fotógrafo elige lo que retrata. ¿Cuánto hay de ti en el retrato de la ciudad que habitas?
Hay un ajuste de cuentas, claro está. Pero esa visión un tanto descarnada permite que mi obturador se detenga en situaciones, acaecidas en los 90 y en la primera parte de la década siguiente, que muchos soslayan, por intereses creados o por el pathos de la desmemoria. En esta progresiva ciudad fundada sobre el robo legalizado contra los mapuche, hay mucha oscuridad. Dos ejemplos: a comienzos de los 90 un ingeniero civil fue ultimado con más de 50 puñaladas y el juez habló de suicidio; el emprendedor que fundó y desfondó una universidad y estafó a media ciudad, regresó tiempo después y nadie –ni hablar de los medios influyentes– dijo nada.
-En tu escritura se adivina una tensión entre el periodista y el fabulador, y los lindes entre ambos se desdibujan. ¿A qué responde ese juego o esa indecisión entre el reportaje y la ficción?
Es parte de las leyes de la novela realista: ser verosímil, aunque no necesariamente exacto (¿quién lo es?, ¿qué lo es?, ¿por qué tendría que serlo un mero literato?). En mi libro no le salen alas verdes a los personajes.
-Leonardo Sanhueza habló de “carnaval de esperpentos” para referirse a tu novela. Crees que la estética del esperpento (los espejos deformantes) está vigente y es pertinente y necesaria aún hoy?
Sin duda que está vigente, como casi todas las estéticas cuando pueden provocar un abanico de emociones, por ejemplo hilaridad. Mi estética tiene algo de la cinematografía norteamericana, donde nadie se cuestiona la “legitimidad” de la monstruosidad, en parte porque se asume que recrearla es tal vez conjurarla.
-Muchos de los personajes de la novela son reconocibles, tienen un parecido con la realidad que no es casual. ¿Has buscado algún impacto con ello? ¿Hasta qué punto Ciudad Sur hace “farándula de la literatura”?
La expresión “farándula”, que alude a la aristocracia bastarda de la televisión, no me parece pertinente acá. Si bien apelo a impresionar al lector de mi comunidad (la de “Ciudad Sur” y la de algunos escritores nacionales) mencionando sujetos reconocibles –estrategia atendible en el combate contra el neoanalfabetismo y el desinterés lector–, mis personajes tienen una profundidad y una complejidad muy superiores a los de farandulandia. Además, no me agoto en ese solo recurso. Pero, ya que lo mencionas, creo que a los escritores nacionales les haría bien una cierta dosis de gnoseología televisiva: manejar quizás el látigo de la paradoja sin autoflajelos para irrumpir en tales nichos a la fuerza.
-Carlos Barra Acún es el personaje con más peso del libro. ¿Puedes contar algo de la persona real que lo inspiró? ¿Ficcionalizarlo, no le quita relevancia a lo que podría haber sido un reportaje impactante?
En un contexto de “periodismo ciudadano”, el reportaje, incluso el de denuncia, se ha vuelto en Chile casi insignificante, pues el problema de la información no pasa por la censura de los medios o del cuerpo social, sino por su irrelevancia en las redes del poder. Ni siquiera libros como los de la periodista María Olivia Monckeberg logran insertarse en la agenda pública. Por otro lado, creo que la literatura tiene sus propias leyes: tiene un valor en sí misma por ser un objeto de arte, pero también puede apelar a insertarse en lo que podríamos llamar “hechos reales” o periodísticos. Sobre el personaje principal de “Ciudad Sur”, puedo decir que es un impenitente y desalmado emprendedor, un hijo del libertinaje económico, aunque bastante carismático, que está lejos de haber dicho su última palabra.
-En la parte final, “Violento Sur”, parece que la ficción se lleva la palma y las ligaduras con la realidad se sueltan. ¿No estás más cómodo en la pura fabulación, con sus leyes propias, independientes de las de lo real?
Las leyes de lo que llamas fabulación (que yo llamaría ficción) no difieren, en la novela de corte realista, con lo que se llama realidad. En mis relatos –como por ejemplo el que mencionas y que es una novela en si mismo– no le salen alas a los personajes. Y algo importante: para diferenciar a los personajes de las personas en quienes se inspiraron, yo modifico los nombres de estas que, dicho sea de paso, nadie conoce en Francia, por decir algo. Es extraño, pero a un poeta difícilmente le harían cuestionamientos de ese orden.
-¿Qué nuevos proyectos tienes?
Hay un imaginario ya trazado, con sus leyes y su música propia. Espero reiterar algunos personajes y dibujar otros sucesos, aunque de la misma época, que serán protagonizados por alguien que sale esbozado en “Ciudad Sur”: un sujeto de uniforme y de pasado extraordinario. El próximo libro debiera elaborarse en mucho menos tiempo.
-¿Cómo ves el panorama de la narrativa actual en la Araucanía?
Si hablo de mi generación y de la siguiente, tendría que mencionar al ya publicado Claudio Maldonado, que está construyendo una novela alegórica, y a Christian Rodríguez, que a sus 26 acaba de autoeditar su libro de cuentos “Constelaciones”. De todas formas, es irresponsable responder esa pregunta, porque uno no puede hacer apuestas a futuro de acuerdo a una fotografía del presente, y además porque apenas conozco la realidad de las otras comunas de la región.
1 Comentarios:
Buen blog. Habrá que sacarle más partido y resucitar y mejorar los que ya andan circulando en Ciudad Sur.-
Y gracias por la entrevista.-
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