miércoles, marzo 14, 2012

Tiempo para vivir


Algo funciona mal, algo está mal montado cuando ya no tenemos tiempo para vivir. ¿Y a qué entonces hemos venido? ¿A desvivirnos solamente?  El sacrificio, esa es la clave. ¿Filosofía medieval? ¿La vida es un valle de lágrimas? ¿Así ha de ser? ¿De qué estamos hablando? Perdónanos nuestras deudas, abecedín. Montañas de cosas nos esclavizan, nos aturden, nos aplastan, nos desaparecen. Nos esperan a la salida desde la prisa hasta la prisa. En el intérvalo no hay nada. Ya nadie sabe qué es viajar. Sube, baja, maletas, malestares, asesinos, denuncias. Algo funciona mal cuando cada paréntesis nos impide vivir. Cada vez más las puertas correderas, los ascensores vencedores, las lavadoras inquisidoras, dora la aspiradora, dora la esperadora, dora la desesperadora. La educación competiviva. El arribismo monstruoso. Las agujas de los tacones. La prisa, la prisa, la prisa. Peor aún, la complacencia, la resignada sistemía. Ya nada se puede cambiar. Sigamos en la lavadora, dando vueltas como payasos con los colores desteñidos. Ya no hay tiempo para vivir, ya no hay tiempo para vivir.

Y me dirán, en todo esto qué es lo que pintan los artistas, los que viven del ocio ajeno; ¿algo nos tienen que decir? Esos locos que tienen tiempo, que se pasean por el mundo, los que saludan a los árboles, los que apenas poseen una sombra desmemoriada, ¿a qué saltan en el semáforo? ¿Están haciendo qué señales? Escupen fuego, bailan, cantan, ¿descongestionan la avenida? ¿Qué han venido a hacer a esta hora con sus rostros interrogantes? ¿Por qué nos saludan así?

1 Comentarios:

A la/s 5:31 p.m., Blogger jagirreo.es.tl dijo...

Por si alguien lo prefiere en verso:



Algo funciona mal,
algo está mal montado
cuando ya no tenemos
tiempo para vivir.

¿Y a qué habremos venido, entonces?
¿A desvivirnos solamente?
El sacrificio, esa es la clave. ¿Filosofía medieval?
¿La vida es un valle de lágrimas? ¿Así ha de ser? ¿De qué estamos hablando?

Perdónanos nuestras deudas, abecedín. Montañas de cosas
nos esclavizan, nos aturden,
nos aplastan, nos desaparecen.
Nos esperan a la salida
desde la prisa hasta la prisa.
En el intérvalo no hay nada.
Ya nadie sabe qué es viajar.
Sube, baja, maletas, malestares, asesinos, denuncias. Algo funciona mal
cuando cada paréntesis nos impide vivir.
Cada vez más las puertas correderas,
los ascensores vencedores,
las lavadoras inquisidoras,
dora la aspiradora,
dora la esperadora,
dora la desesperadora.
La educación competiviva.
El arribismo monstruoso.
Las agujas de los tacones.
La prisa, la prisa, la prisa.
Peor aún, la complacencia,
la resignada sistemía.
Ya nada se puede cambiar.
Sigamos en la lavadora,
dando vueltas como payasos
con los colores desteñidos.
Ya no hay tiempo para vivir,
ya no hay tiempo para vivir.

Y me dirán, en todo esto
qué es lo que pintan los artistas, los que viven del ocio ajeno; ¿algo nos tienen que decir?
Esos locos que tienen tiempo,
que se pasean por el mundo,
los que saludan a los árboles,
los que apenas poseen una
sombra desmemoriada, ¿a qué
saltan en el semáforo?
¿Están haciendo qué señales? Escupen fuego, bailan, cantan, ¿descongestionan la avenida?
¿Qué han venido a hacer a esta hora
con sus rostros interrogantes? ¿Por qué nos saludan así?

 

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