I Festival internacional de poesía de Wallmapu

Cuando Elicura se juntó con Pink Floyd alguien dijo "Another brick in the Wallmapu". Hay piedras que separan y hay piedras que construyen, piedras blancas y piedras negras, marcando días fastos y nefastos. Las piedras (las islas) que se reunieron en este festival eran constructoras, comunicantes, no separadoras. El primer encuentro internacional de poesía de Wallmapu, como dijo Leonel Lienlaf, se denomina así precisamente porque reivindica la unidad de un archipiélago al que la cordillera une y separa, y al que se han hermanado ínsulas tan extrañas (dije entrañas) de Chiloé como Rapa Nui o las Canarias, actualizando aquella frase de Milton (otro isleño) que recordaba que nadie es una isla. Rayen Kvyeh ha congregado a un grupo heterogéneo de poetas, que han brindado lo mejor de su arte a un público muy numeroso (si consideramos la asistencia habitual a los eventos poéticos, y la feria del libro usado que se desarrollaba simultáneamente). Es probable que los asistentes a los eventos del Aula Magna de la Universidad Católica de Temuco, al del museo Ferroviario, o aún más, si cabe, al recital que cerró el Festival en la Casa de la Cultura de Pucón, hayan percibido un ambiente de camaradería entre los integrantes de lo que era ya un grupo de amigos, que como dijo Juan Carlos de Sancho, andaban de gira, emergiendo archipiélagos, estrenando estrellas en constelaciones móviles y risueñas, aprendiendo unos de otros, sumando con las voces amor a la Mapu Ñuke, protagonista del evento, llamándonos silenciosa a despertar. Este encuentro ha brindado a sus participantes una experiencia humana inolvidable, de la que Damsi Figueroa afirmó que le ha hecho crecer, y que probablemente muchos más suscribirían. Este encuentro ha sido todo un éxito porque sencillamente estamos más impregnados de los otros, que no son el infierno, sino el futuro.


(Clic aquí para leer columna de Luis Marín "Poesía en el Wallmapu".)