martes, noviembre 11, 2014

WENUAN AVANZA AL RITMO QUEBRADO DE LA SANGRE





Pasó Wenuan de romería y prosigue su camino. Su palabra está escrita paso a paso. Viene a traernos ahora un mapa roto, porque como Cervantes sabe bien que los hombres son hijos de sus obras, y se levantan sobre los escombros. El eslabón partido de la historia, la memoria soplada por el viento, lo suple el día a día, nuevo aún, aún antiguo a su manera. Y sabe que la historia no es una linea recta. Sabe bien de sus quiebres. Sabe del río cuando se sumerje, de sus rebrotes imprevistos, de los puños sobresaltados. El territorio se renueva, el poeta es un equilibrista en el fino alambre que enlaza el caudal de su doble linaje y el porvenir oscuro, y reta a los nuevos tiempos defendiendo la épica, probablemente un tanto quijotesco.

Su campo de batalla es la hoja en blanco. Allí levanta puentes y trincheras, allí es el dueño, es el orfebre de la Historia, que en su mano reedifica. El camino no está trazado, escribir es caminar, y el héroe está solo en su conquista: “No saben / que cuando esta mano escribe / es semilla de una tierra / que desconozco”.

La sangre se rompió en ciudades, y una galería de “lotófagos mestizos” sobrevive, como el poeta, entre restos oscuros de luz:

CURIHUINCA ZURITA
Canto y pudro la semilla.
Lloro por un cuerpo extraño,
El nervio de mi amor no se turba.
Un velatorio es mi escenario.
Cuando digo:
¡pueblo, memoria!
un desierto vuela hacia mi boca.
Tibio el corazón, mano espuria,
mi mente es el sepulturero
que cava sobre el nacimiento
de la primavera.

Pero sobre todas las voces se levanta el ego impúdico del héroe, Wenuan, avanzando entre espejismos, rumiando la rabia, apretando los dientes, reencarnado entre las antiguas batallas que ahora mismo suceden, hablando el poema que se encuentra ahí fuera, que sucede delante de sus ojos en el aire que es el papel más transparente, en el cruce de dos calles de Temuco en unos poemas grabados caminando y donde se presenta la chispa, porque "la memoria comienza mañana".
El territorio se hace caminando, escribiendo y hablando. El territorio no está quieto, el territorio es movimiento perpetuo, territorio es los pasos que avanzan, y que sólo avanzando llegarán, por fin, al punto de partida. Y así el final, y tratándose de Wenuan no sorprende tanto, es un nuevo comienzo y es el fuego prendido de la lucha, el fuego heraclitano en que saltan los contrarios: “hay un grito de guerra que me enciende la vida”.



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